Detrás de cada consulta, operación o guardia, hay alguien que ya no puede más.
Médicos que apenas logran sostener el ritmo. Profesionales
que siguen adelante por inercia, no por fuerza. El burnout en medicina ha
dejado de ser ese malestar silencioso del que pocos hablaban. Hoy es una crisis
estructural. Grave. Urgente. Y peligrosa, no solo para quienes la sufren, sino
para toda la atención sanitaria.
Un colapso que venía de antes
La pandemia lo puso en primer plano, sí. Pero el desgaste
emocional de los médicos venía gestándose mucho antes. Desde hace años, la
vocación médica choca contra jornadas interminables, plantillas reducidas al
mínimo, agresiones verbales y una burocracia que asfixia. Todo eso, junto, ha
ido desgastando el alma de quienes cuidan de los demás.
Una encuesta reciente de la Organización Médica Colegial
revela algo alarmante:
- 6 de cada 10 médicos en España muestran signos claros de agotamiento emocional severo.
- El 47% ha pensado en dejar la profesión o cambiar de especialidad.
- El 38% recurre habitualmente a ansiolíticos o antidepresivos.
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