Al principio, muchos lo tomaron como algo bueno. Mónica García, ministra, sí, pero también médica, afrontaba el reto de reformar un Estatuto Marco que llevaba desde 2003 sin tocarse. Algunos sindicatos llegaron incluso a mandar propuestas y sugerencias para llevar adelante un cambio interesa también al Gobierno, pues de su desarrollo depende el cumplimiento y parte del desembolso de los próximos fondos Nxt Generation para España.
Sin embargo, a medida que la negociación avanza, el
descontento aumenta. Los colectivos médicos aspiran a tener un estatuto
propio (o, al menos, un capítulo propio dentro del Estatuto Marco). Parte
de su enfado no está provocado por grandes novedades, sino al revés: hay cosas
que, lejos de mejorar, se quedan como estaban.
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