Hay quienes ‘estiran’ su trayectoria laboral por devoción. Otros, por necesidades o intereses económicos. Y todos lo harán a partir de 2025 por ley. En efecto, el Gobierno elevará hasta los 66 años y ocho meses la edad ordinaria de jubilación, un requisito del que por supuesto no estarán exentos ni médicos, ni enfermeras ni ningún otro profesional sanitario. Y, aunque no todas las lecturas que se hacen son negativas, lo cierto es que el primer pensamiento que irrumpe en la mente de estos trabajadores es de resignación. El segundo, de duda: “¿Podrá aguantar mi cuerpo el ajetreo del día a día como antaño?”.
Lo cierto es que nada podrá evitar que la edad ordinaria de retiro sin merma en la pensión se vuelva
a retrasar este 2025 que ahora asoma. La franja quedará fijada a partir del 1
de enero en los 66 años y ocho meses (dos meses más), y en 2027 se situará en
los 67 años.
La ‘opción B’ es haber cotizado durante 38 años y tres meses o más, lo que
permitiría a los profesionales sanitarios seguir retirándose a los 65. No
obstante, Vicente Matas, coordinador del Centro de Estudios del Sindicato
Médico de Granada (Simeg), aleja esta opción: “Muchos facultativos no van a
llegar, es muy difícil”, alegó a Redacción Médica este médico ya
jubilado, que hace hincapié en que la generación de los 80 se vio lastrada por
los altos niveles de paro.
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