Entrar en la residencia es uno de los momentos más esperados por los médicos. Tras tanto tiempo ‘luchando’ por conseguir una plaza, por fin, acceden al lugar en el que se desarrollarán laboralmente y donde esperan vivir una de las etapas más bonitas de sus vidas. O por lo menos este es el primer pensamiento que se tiene, porque no todo acaba siempre siendo como uno imagina. “El MIR es lo peor que me ha pasado en la vida”.
Con esta frase tan dura comienza a relatar su historia una médica que lleva cinco años formándose en una disciplina sanitaria donde el sufrimiento, el bullying, el estrés y la explotación laboral están a la orden del día. Una situación que no solo le ha arrebatado la vocación que sentía por su profesión, sino que incluso se plantea, diariamente, abandonar la Medicina una vez terminada la residencia. “A nadie le importa cómo te encuentras mientras todos los puestos estén cubiertos en el hospital”, ha lamentado.
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