Afrontar el déficit de médicos de Familia exige medidas multifactoriales, dicen los profesionales que ejercen en este nivel asistencial. El pasado viernes la reunión monográfica del Consejo Interterritorial estableció de nuevo una hoja de ruta (al menos de intenciones) para atajar el problema. Mónica García, ministra de Sanidad, de mostró dispuesta crear más plazas de formación MIR de Medicina de Familia tras la presión de las comunidades del PP.
El Ministerio de Sanidad y los 17 consejeros de Sanidad se
sentaron para acotar un plan de intervención ante la falta de médicos. García
enumeró los tres grandes acuerdos alcanzados: revisar los criterios de
acreditación docente de las unidades de Medicina de Familia «sin mermar la
calidad»; que las comunidades rellenen el registro de profesionales «para saber
dónde están; ahora falta un 30% por incorporar»; y que las comunidades «mejoren
las condiciones laborales de los médicos de atención primaria y su día a día».
Porque, al margen de condiciones y de atractivos para esta
especialidad, el déficit de profesionales existe, los números lo dicen y las
matemáticas son tercas: si entran menos de los que salen, falta gente.
Matemática pura. Y entran menos de los que salen.
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